jueves, 1 de octubre de 2015

Septiembre

Siempre amé Septiembre. Para mí, es como el mes que ya me permite decir que se terminó el invierno. Lo que significa que no hace tanto frío, lo que es básicamente una bendición para mí.

En realidad no sé por qué me gusta tanto pero es como que, a partir de Septiembre la atmósfera es distinta, y no haciendo referencia únicamente al clima. Me da la sensación de que (la gente a mi alrededor, aunque sea) está más alegre, con más energía. Lo cual es irónico teniendo en cuenta que la segunda mitad del año suele ser la más enquilombada y la gente está cada día más cansada.

Es como un respiro del desastre que suele ser Agosto en mi vida y Octubre que es cuando veo volver la rutina de verdad. Me abre los ojos al hecho de que cada vez queda menos para terminar el año.

Y como todo lo bueno, obviamente pasa más rápido de lo que debería. Jamás viví un mes que pase tan rápido. Es como que abro los ojos y empiezo a festejar que empezó mi amado Septiembre. Pestañeo y es el día de la primavera. Vuelvo a pestañear y ya es Octubre. Como ahora. Que estoy subiendo un escrito que se llama Septiembre un primero de Octubre. Ironías de la vida.

Es primavera. El sol brilla, los pájaros cantan y las mejores cosas pasan. Es como si los planetas y el polen se alinearan para dar lugar a cosas de las que jamás me vi capaz y me transmitieran un buen humor casi constante.

Capaz será que no soy la única que le gustaría que algunos meses fuesen más largos que otros, como si los pudiese adaptar a mi medida. Pero supongo que una de las cosas que lo vuelve tan querible, es el hecho de que se hace desear un año más. Es la alegría después del invierno. Y así con todo.





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