viernes, 15 de abril de 2016

Todo pasa

Somos esclavos del tiempo. Vivimos corriendo, esperando a que las cosas pasen. Esperando a tener cierta edad, a que sean vacaciones, a que sea Viernes, etc. No nos preocupamos por nada más que tener lo que no tenemos, lo que nos falta. Es como si el resto no importara. Ya esta. Ya pasó.

Pero también vivimos perseguidos por el tiempo, por las cosas que nos pasaron, lo que hicimos y lo que nos hicieron. Y cómo nos gustaría que ciertas cosas hubieran sucedido, o qué nos gustaría haber hecho diferente.

Es como un perro que corre su propia cola. Se la pasa corriendo en círculos intentando atraparla y, al mismo tiempo, la tiene pegada detrás de él, persiguiéndolo a su vez. Un círculo vicioso.

Nos dicen que tenemos que vivir en el presente pero, ¿qué es eso? Un instante es eso, un instante, ni siquiera un segundo. Un instante que pasa de futuro a pasado cuando lo vivimos como si fuese un pañuelito descartable. Y ya está. Es esa transición, esa fracción de segundo en la que vivimos y sentimos. Una cadena finita de enlaces, de instantes lineales y consecutivos que, desgraciadamente, no podemos ni frenar ni acelerar.

A veces me gustaría tener un control remoto que me permitiese acelerar, frenar o volver para atrás sobre lo que viví. Digo, ¿a quién no? Las cosas serían bastante más fáciles aunque claramente menos apreciadas. O sea, una de las cosas que hace menos duros a los momentos difíciles que vivimos es que sabemos que no van a durar eternamente. E, irónicamente, también es la razón por la que apreciamos tanto los buenos momentos. Porque pasan, el tiempo sigue avanzando y es todo un cambio constante.

miércoles, 13 de abril de 2016

Hecho estimativo

Sos mi hecho incierto y mi calculo estimativo. Nunca puedo acertar quién sos o dónde estás parado. Me confundís.

Y me considero una persona de los números, bastante calculadora y perfeccionista. Pero a vos no te puedo calcular. Tampoco sé si quiero. Supongo que tengo miedo de que la cuenta me de mal. Esos resultados que te descolocan y sabés, antes de terminar el ejercicio, que están mal. Así que ni puedo ni quiero.

Igual a veces me arriesgo. Intento y te cuento. Pero siempre me sorprendes con algo nuevo, por eso lo único que tengo seguro, es que no sos un número exacto,  y así no me va a dar nunca este calculo que intento hacer funcionar. Aunque sea conmigo, sos estimativo, podés fallar. Y no sería la primera vez que me das algo que no esperaba. No dejas de sorprenderme y creo que eso, muy en el fondo, es algo que me encanta. Me mantiene pendiente, como si no me dejaras distraerme demasiado.

Pero aunque me encante, creo que me gustaría más que fuese otra cosa. Más claro, más cierto, más exacto. Porque vos ya sabés que soy algo seguro en tu vida cuando quieras, y me gustaría que fueses seguro para mí. No sentirme tan perdida en este calculo que claramente no tiene solución válida.

Pero, aunque seas calculo estimativo, sos MI hecho incierto. Y eso ya es algo, porque por algo se empieza y aunque seas inestable sos un poquito mío. Y bueno, supongo que eso es mejor que nada.

martes, 12 de abril de 2016

Sufrimos todos

Estoy honestamente cansada del sufrimiento. Y del sufrimiento en general. El sentimental, el espiritual, el físico y cualquier otro que se les pueda ocurrir.

Estoy harta de sufrir por cosas que si lo pensás en claro, son una idiotez comparado con otras cosas, pero ya hasta me duelen físicamente. Las llegó a sentir en el pecho, como si alguien estuviese literalmente estrujándome el corazón y todo eso que me hace sentir. Estoy cansada de ese tipo de sufrimiento, y del hecho de que ni lo controlo y de que no sé cómo hacerlo parar.

Estoy harta de ver sufrir a la gente que me rodea. Harta de ver a mi amiga con ese pibe que al final lo único que hace es hacerla mierda, estoy harta de ver cómo mi vieja no puede más con el ritmo que tiene su vida, harta de ver a mi hermana conviviendo con amigas que lo único que hacen es tratarla mal. Estoy cansada de verlas mal y de no poder hacer nada para cambiarlo, porque sé lo feo que se siente.

Y para qué, ¿no? ¿Quién se queda con todas esas lágrimas contenidas, esa presión en la garganta previa a largarse a llorar? ¿Esos gritos de frustración? ¿Todas esas lágrimas de bronca, de impotencia o de pura tristeza? ¿Quién se las lleva? ¿Con qué fin?

Siento que últimamente sufrimos mucho por todo, como si estuviésemos particularmente sensibles a lo que nos rodea, o todo simplemente sea más hostil. Todos sufrimos, en silencio más que para afuera y, aparentemente, la mayoría de las personas también nos volvimos más crueles en ese ahogo propio. Y me adhiero al grupo porque, ¿quién nunca estuvo tan mal que terminó tratando mal al resto, al punto de hacer sufrir a la otra persona por cosas capaz sin sentido?

Y sí, el sufrimiento existió siempre, y a todos nos pasa lo nuestro y tenemos nuestras razones de llantos, quejas y gritos. Y es la vida, lo que hay, lo que nos pasa a cada uno y con lo que lidiamos cada día. Supongo que no hay solución inmediata que me saque ese defecto o que haga que tal pibe me de bola, o que mi hermana tenga amistades menos tóxicas, etc.

Mi pregunta sería, si sabemos que todos tenemos nuestros problemas, ¿por qué no somos capaces de exteriorizar lo que nos pasa, de compartir penas entre todos para que capaz así no nos pesen tanto a nosotros? ¿por qué juzgamos antes de entender? Es como si ya no nos comunicáramos entre nosotros, no confiamos en nadie, en su mayoría, porque pensamos también que a nadie le importa lo que nos pasa.

Y puede ser que sí, que no a todo el mundo le importe y que el problema no va a desaparecer cuando se lo cuentes a alguien, pero creo que si empezáramos por preocuparnos un poco más en ver cómo se siente el que tenemos al lado e intentáramos solamente escuchar lo que le pasa, capaz no nos sentiríamos tan solos y esa carga que nos rompe la espalda no sería tan pesada.