viernes, 9 de junio de 2017

De miedos sabemos todos

Tengo miedo. 

Tengo miedo al olvido, al abandono, al reemplazo y al desplazo.

Le tengo miedo a la frustración y al más mínimo atisbo de soledad. 

Tengo miedo de tener miedo. 

Miedo de perseguirme y arrastrarme conmigo misma. 

Le temo a mis pensamientos y a cualquiera de mis acciones. 

Temor a la parte más cobarde de mi misma y también a la más valiente. 

Le temo a mi pasado, tanto como a mi presente y a mi futuro. 

Le temo a lo que venga después de mí, a lo que haya venido antes y lo que esté viniendo ahora.

Miedo de los conocidos y a los desconocidos. 

Temo de lo que nadie teme y me llama lo que a todo el mundo aterra.

Tengo miedo del más falso de los llantos y de la carcajada más sincera. 

Miedo del pánico, pánico de mis miedos. Pánico de mis obsesiones y compulsiones, mis decisiones y más sinceras emociones.

Le temo a mis emociones como el ciego le teme al camino y el sordo al sonido más efímero. 

Soy esclava de mis miedos, porque ellos me persiguen, me encarcelan y me liberan sólo para volver a atraparme. 

Me aterran las lágrimas engañosas y las sonrisas sin sentido.

Todos nacemos con miedo. 

Miedo de tener miedos.

O peor, de convertirnos en ellos.

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