Tengo miedo.
Tengo miedo al olvido, al abandono, al reemplazo y al desplazo.
Le tengo miedo a la frustración y al más mínimo atisbo de soledad.
Tengo miedo de tener miedo.
Miedo de perseguirme y arrastrarme conmigo misma.
Le temo a mis pensamientos y a cualquiera de mis acciones.
Temor a la parte más cobarde de mi misma y también a la más valiente.
Le temo a mi pasado, tanto como a mi presente y a mi futuro.
Le temo a lo que venga después de mí, a lo que haya venido antes y lo que esté viniendo ahora.
Miedo de los conocidos y a los desconocidos.
Temo de lo que nadie teme y me llama lo que a todo el mundo aterra.
Tengo miedo del más falso de los llantos y de la carcajada más sincera.
Miedo del pánico, pánico de mis miedos. Pánico de mis obsesiones y compulsiones, mis decisiones y más sinceras emociones.
Le temo a mis emociones como el ciego le teme al camino y el sordo al sonido más efímero.
Soy esclava de mis miedos, porque ellos me persiguen, me encarcelan y me liberan sólo para volver a atraparme.
Me aterran las lágrimas engañosas y las sonrisas sin sentido.
Todos nacemos con miedo.
Miedo de tener miedos.
O peor, de convertirnos en ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario